A Álvaro García y Samuel Aguilar, del departamento de Relaciones
A nadie le gustaría ser el muñeco de un ventrílocuo. Que le metan a uno la mano por las costuras y le obliguen a decir disparates, uno detrás de otro, mientras se intenta poner cara de mucha
fe y convencimiento en lo que se va relatando. Resultaría agotador un trabajo así, ¿verdad? Y no nos referimos ahora a la labor de la atención al cliente, que cuando está mal organizada y sin
protocolos claros pretende hacer de los agentes meros muñecos de ventrílocuo…
Nos referimos a otras funciones donde la gente cobra un poquitín más que nosotros, aunque les dicten el argumentario. Gente que es tan sumamente profesional que, por muy pesada que resulte su tarea, es capaz de adaptarse a ella como un guante de piel de papagayo… Las quijadas se abren y se cierran sin que el busto parlante se sonroje ni por un instante. Incluso es capaz de revolverse como un muñeco de acción para combatir los argumentos de la parte contraria. ¿Os acordáis de los GI Joe´s? Pues igual, pero con una licenciatura o un Máster en la Rey Juan Carlos.
Hablemos ahora de Álvaro y Samuel. Son de los más veteranos en el departamento de relaciones laborales. Entre los dos suman ya cuatro o cinco añazos en la empresa. Por tanto, son dos supervivientes, una vez que la empresa ha ido jubilando (despidiendo, queremos decir) uno tras otro a unos cuantos Macarios y otros tantos Rockefeller.
Se están luciendo Álvaro y Samuel en la negociación del pago del teletrabajo. Que si todos los trabajadores nos estamos ahorrando ¡¡¡11 euros al día!!! en concepto de desplazamiento a los centros de trabajo, que si la calefacción durante Filomena o el aire acondicionado en pleno agosto cuestan lo mismo que un bocata de calamares… Que si los trabajadores y las trabajadoras somos héroes… Y todo ello sin sonrojarse.
Pena nos dará muy poca cuando los descambien por otros nuevos. “Dejadme que me adapte, yo es que acabo de llegar, empecemos con buen pie, por favor”. Frases que traerán fábrica, como todos sus antecesores. Sin embargo, en el área de RRHH de Unísono, el historial reciente nos dice que nadie es imprescindible. Ni siquiera José Luís Moreno.